Un loco carnaval girando para mi.
Dioses de la infancia fugitiva.
Abro mis manos sobre los empañados cristales
de la escuela, peso el tiempo que se escurre entre mis dedos.
El dolor impregna cada uno de mis sueños.
Mis ojos abarcan el espesor de las desolaciones.
Aun antes de la primer palabra, quiza antes
del primer razonamiento, el mundo se desliza
lentamente, veo al las casas reunirse junto al camino
buscando el refugio de las luces.
Y en el chispazo incongruente de la vida, jugamos
sin conocer las reglas, amamos sin conocer los limites
y morimos fuera de nuestro mundo, en la extraña penumbra
de una noche sin mareas.
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